.

.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Orígenes de la Escuela Nº 30 de Villa Rebasa.

.
       -¿A qué escuela vas?
                ¡¡¡VOY “AL MONTE”!!!

    La memoria viaja al pasado, y es entonces cuando el  recuerdo viene al presente.
.
    “ ...Cientos de veces la misma pregunta y otras tantas la misma respuesta: ¡Voy al Monte!
.
    Y esto fue verdad; Yo fui a la “Escuela del Monte”. Yo aprendí a leer y a escribir en sus aulas y aprendí a quererla, realmente como mi segundo hogar.
    Mas, no solo eso habría de aprender; también aprendí a conocer y a querer a esta maravillosa tierra a la que acababa de llegar, como también aprendí a querer a este barrio que me acababa de recibir.
.
    Funcionaba la escuela en un viejo caserón, con más aspecto de casco de estancia que de escuela. Estaba emplazada en un amplio predio arbolado, con frente a la calle Emilio Mitre, casi esquina Paso y había sido ésta la casa de descanso del Dr. Gregorio Rebasa, quien en 1922 lotea su tierra y facilita su casa para funcionamiento de la primera escuela del barrio que nacía.
.
    Era una antigua construcción, quizá de adobe, con apenas rastros de una pintura color rosa viejo, con la que alguna vez fueron pintadas sus paredes.
.
    Sobre su frente, que daba a la calle Paso, monstruosos paraísos sombreaban una gran galería con baldosas rojas, donde nos agrupábamos los alumnos, cuando el mal tiempo no nos permitía disfrutar de los lugares  abiertos y arbolados   
.
    Por tres de sus lados, estaba la escuela rodeada de quintas, que ocupaban varias manzanas y que le daban más apariencia de casa de campo.
..
    A escasos cien metros de la escuela, una noria, una motobomba y un chirreante molino, funcionaban todas las mañanas ruidosamente. Tan acostumbrados estábamos a sus monótonas marchas, que cuando dejaban de funcionar, el silencio parecía incomodarnos.
.
    Y fue en esta escuela donde aprendimos a leer y a escribir... y aprendimos a quererla como era: con sus paredes despintadas, sus aulas frías, sus árboles centenarios y su apariencia anticuada.
    Todo era amistad y concordia en nuestra escuela, porque a la abnegada labor de las maestras que ponían el alma para enseñarnos, nosotros los alumnos, aportábamos lo mejor de nosotros mismos.
.
    Desde nuestros hogares, partíamos todos los días, con la consigna de ser respetuosos, obedientes y responsables de nuestros actos.
    Hoy, montañas de textos escolares, simplifican enormemente la labor de las maestras. En ese entonces, todos los apuntes de todas las materias, eran pacientemente dictados y explicados al mismo tiempo por ellas.
    Seis décadas transcurrieron desde ese entonces y sin embargo, todo me parece haberlo vivido ayer.
.
    No olvidé a mi escuela, ni a mis maestras, ni olvidé a mis compañeros. Tampoco olvidé a los primeros y últimos días de clase, ni olvidé el fervor con que padres, maestras y alumnos conmemorábamos las fiestas patrias. Tampoco olvidé los recreos bulliciosos, a los que siempre la inoportuna campana interrumpía, en lo mejor del partido de fútbol. 
.
    Por momentos, siento la necesidad de trasladarme en el tiempo, a los años de mi infancia, y por un momento me imagino que soy ese escolar de los años cuarenta, que medio dormido aún, me ponía mi guardapolvo blanco, recogía mis cuadernos, mis bolitas o mi balero, y tras saludar a mi madre y escuchar las recomendaciones de siempre, me encaminaba por una Emilio Mitre de tierra, hacia mi escuela.
.
    Como había otras escuelas en los alrededores, no faltaba quien me preguntara, por tan solo el hecho de hacerlo:  “¿A qué escuela vas? -¡VOY AL MONTE!...” -le contestaba-.
.
    Mi vieja y querida escuela; Siempre te recuerdo...! Te recuerdo con nostalgia, como quien recuerda la casa paterna, como quien recuerda al terruño nativo, o como quien recuerda a su antiguo barrio.
.
    Cuando paso frente al que era el predio de la escuela, no puedo dejar de imaginarme que mi escuela aún está ahí, rodeada de centenarios paraísos, bajo los cuales cientos de alumnos disfrutan con sus juegos en horas de recreo.
.
    Tampoco puedo dejar de imaginarme a la Srta. Maruja al frente de su 5º grado; a la Sra. Mónica, al frente de su 6º; a las hermanas Arévalo, al frente de 3º y 4º, y a otras maestras cuyos nombres escapan en el recuerdo.
.
    Esta era la “Escuela del Monte” –mi escuela- y la escuela de muchos vecinos de “VILLA REBASA”, que sin dudas la deben recordar con cariño como yo la sigo y seguiré recordando siempre.

(*) Entrevista realizada por El Recopilador, en el año 2000 a Don Aldo Mario Spaccarotella (f) , vecino de Balcarce al 2000, de Villa Rebasa. 




Dibujo realizado por nuestro relator, Aldo Mario Spaccarotella, quien fuese 

profesor de Dibujo Técnico y Ebanista en escuelas técnicas de la ciudad de Buenos Aires, 
y que a falta de material fotográfico nos regaló una vista aérea de la misma, 
extraída de su prodigiosa memoria.


-----------------------

-Esta Escuela Nº 30 tiene ahora su asiento en la esquina de las calles Hernandarias y Charcas de Lomas del Mirador. Sitio originado como Villa Loma Verde y absorbido luego por Villa Rebasa, barrio este que tiene una mitad en Ramos Mejía y la otra mitad en Lomas del Mirador.



El recopilador


================================================

VOLVER ARRIBA