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lunes, 11 de noviembre de 2013

El arroyo Maldonado

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Historias de aguas que hoy van debajo de los pavimentos.

A Ramos Mejía le cabe el extraño honor de conducir
debajo sus entrañas las aguas de un famoso arroyo, el
“Maldonado”.

    Su curso lo es a través de los barrios Don Bosco y Lomas del Millón, siendo su nacimiento una depresión natural o “palangana” próxima a las calles Zapiola y Mármol, y como testigo visual aún persiste el puente ferroviario del ramal Haedo-La Plata, a partir del cual nace el entubamiento de este famoso arroyo que desemboca en el Río de la Plata tras pasar por debajo del Aeroparque Jorge Newbery.

Su recorrido es el siguiente:
    Nacimiento, José Marmol, Av. Pedro B. Palacios, Gral. Acha, Sgto. Cabral, J. González Castillo, cruce Av. Díaz Vélez (Ciudadela, partido de Tres de Febrero), Vito Dumas, cruce de Av. Rivadavia y vías del FFCC Sarmiento, Av. Maldonado, Mons. Bentivenga,  ( * EMPALME )  Av. Juan B. Justo, Cruce de Av. Gral. Paz (donde uno de los pilares de la autopista atraviesa una parte de su entubamiento), luego Av. Juan B. Justo de la Capital Federal (atravesando los barrios de Liniers-Versailles, Va. Luro, Vélez Sarsfield, Floresta, Va. Santa Rita, Va. Gral. Mitre, Caballito, Va. Crespo, y Palermo), Av. Int. Bullrich, Av. Dorrego, (Aeroparque J. Newbery), Costanera Norte y desembocadura en el Río de la Plata).

(*) EMPALME: Con el Arroyo “La catanga”, que procede de Haedo.

    Su nacimiento estaría en los escurrimientos de lluvias, procedentes de Isidro Casanova y San Justo.

    Algo más de medio siglo atrás, ese insignificante hilo de agua, que en épocas de buen tiempo discurriría entre matas y gredas, al llegar las lluvias se convertía en desbordado torrente que barría los campos.
    Su necesidad de escape obligó a los ferrocarrileros, que por el año 1883/84  construyeron la vía  Haedo-La Plata, a instalar un puente (que aún persiste) sobre el inicio de su ahora entubado curso.

    Así, desde siempre anduvo buscando su salida hacia el Río de la Plata al que hoy se lo conoce como “el arroyo mayor”  de Buenos Aires, el más caudaloso y problemático y con casi 18 km. de extensión.


ORIGEN DE SU NOMBRE
Esta es la versión más difundida, aunque no se tiene certeza de ella sea la real:

“E
n época de la colonia, la zona por donde hoy corre la Av. Juan B. Justo, a la altura entre las avenidas San Martín y Warnes, era un paraje sumamente salvaje, solitario y distante de la pequeña aldea, que resultaba por entonces, aquella porteña Buenos Aires.

     En aquel tiempo era una de las habitantes del Fuerte, una mujer, esposa de un soldado de apellido “Maldonado”, quien frente a una difícil situación de incomodidad y convivencia que allí se daba, no resiste esa forma de vida, cometiendo el delito de escaparse del Fuerte, acto penado entonces con la muerte.
      
    Así, desesperadamente, la Maldonado cruza la frontera de la ciudad, y que era justamente un pequeño arroyo sin nombre, escondiéndose al otro lado, en una cueva donde encuentra una puma que estaba por parir y a la que le ayuda a hacerlo.

     Y tal ayuda le fue retribuida más tarde, cuando finalmente la mujer es encontrada por los soldados que salieron a buscarle.

     La pena de muerte para la desertora se cumpliría en el mismo sitio de hallada, por lo que fue atada a un árbol a orillas del arroyo, para que, según la costumbre  fuera  devorada por las  fieras que deambulaban por el lugar. Pero ocurrió todo lo contrario, los animales no la tocaron, la puma que ella antes ayudara a parir lo impidió y más aún, desató las cuerdas que le sujetaban.

     Cuenta la leyenda que, desde el Fuerte mandaron, para verificar su muerte, a un gaucho apodado “El Diablo”, quien no encuentra ni restos del cuerpo, ni manchas de sangre, ni nada... tan solo intactas las sogas que antes sirvieran de ligaduras. Temeroso ante tal hallazgo, es sorprendido por el aullido de las fieras del lugar que se le acercaban peligrosamente por lo que “El Diablo” se asusta y en aterrada huída  “pierde su poncho”.

     Así, de tan situación –tenida como historia verídica-  se originó el criollo dicho “Por donde el diablo perdió el poncho”, cada vez que se hacía referencia a la lejanía de un lugar, en recuerdo a aquel episodio donde finalmente se dio por desaparecida a “La Maldonado”, quedando de allí como leyenda y luego mito aplicado su nombre a ese arroyo: MALDONADO.

-- Fuente:  Junta de Estudios Históricos del porteño barrio de Villa Crespo.--



El Maldonado,  inofensivo y peligroso, de conducta pendular, según la cantidad de agua que corriese por su cauce, podía ofrecer un aspecto de arroyuelo o el de enloquecido aluvión que llevaba consigo cuanto se opusiese.
     Antes de desaguar en el Plata, en lo que hoy es el Parque 3 de Febrero, sus orillas estaban cubiertas por una pintoresca vegetación, muy similar a la del Delta.
     Este lugar fue utilizado como refugio y puerto de barcas de carga y de pescadores. A tal efecto, se había construido un rudimentario muelle y algunas casillas pertenecientes a la firma Portalis Carbonier y Cía., introductora de frutos y arena provenientes de la Mesopotamia. Al paraje se lo conocía como “Puerto Portalis”.

     También, con la apertura de los Mataderos, en el barrio de Nuevo Chicago, existió un proyecto de dragar y ampliar su curso y extender un canal desde la actual zona de Villa Luro hasta dichos Mataderos, de modo que  lo  pudiesen  surcar barcazas llevando ganado en pie y retirando lo faenado para su exportación a puertos británicos, cosa que finalmente nunca llegó a concretarse.


*Según Asdrúbal F. Cáceres:
“Las avenidas naturales no fueron proyectadas por un urbanista,
fueron realizadas hace ya muchos siglos por Dios”.
Tal el caso del Maldonado cuyo techo pasó a convertirse en avenida.

EL MALDONADO DE RAMOS MEJÍA
Y ya presentado nuestro Maldonado, conocido parte de su misterioso subterráneo origen, recorrido e historia de su nombre, pasemos ahora a incorporar el relato oral de un memorioso vecino de Ramos Mejía, propiamente del barrio Loma del Millón, quien transcurrió su primera infancia con el arroyo junto a su vereda, para a poco verle desaparecer dentro del tubo de hormigón que hoy le conduce bajo tierra.


La fuente oral es
Don Horacio Raúl Santoía.
Nacido en el año 1945 en el barrio de Loma del Millón, y habitante en la calle Gral. Acha entre San Martín y Pueyrredón (actual Sub Barrio Bomberitos).
- Entrevistado en febrero de 2000, por Francisco Álvarez, director del entonces periódico-papel
 El Recopilador.


De prodigiosa y envidiable memoria y expresión, sus palabras resultan un
mágico pincel con el que nos pinta épocas y lugares, como si les tuviésemos
presentes hoy ante nuestros ojos.

    “Nací en marzo de 1945, en una casa de la calle Almte. Brown 1356, casi O’Higgins en la Loma del Millón, y poco más tarde, de muy chico, mi padre compra estos terrenos, donde viví toda la vida y lo sigo haciendo, frente a la Plaza de Bomberitos, qué en aquel entonces era el Vivero Municipal, conformado por ocho manzanas que estaban delimitadas por Cabral, O’Higgins, Av. San Martín y Acha.

     A escasos 30 metros de la vereda de mi casa, “el arroyo”  siempre ha   estado presente en mis juegos de niño y fui testigo del momento que se lo entubó, por lo que siempre ha sido una constante en mi vida y mis recuerdos.

     La obra fue hecha por el año 1952, y la construcción estuvo a cargo de la empresa  “ENRIQUE J. BONNEU”, que tenía los depósitos y oficinas en la calle Almte. Brown, entre Acha y 12 de Octubre, al lado de la Escuela Nº 17;  y por 12 de Octubre tenía los depósitos donde, hasta hace pocos años, guardaba las grúas y guinches que entonces se utilizaron.

     Con los guinches de “almejas” iban desgarrando la tierra hasta una profundidad creo, de 5 ó 6 metros, luego se hacían unas rampas por donde accedían los camiones y con aquellas máquinas amarillas  –Caterpillar-  (que uno de sus maquinistas vivió hasta su muerte en la calle 12 de Octubre)  los cargaban y en muchos casos nos regalaban o vendían la tierra, para rellenar nuestros terrenos, que estaban casi por un nivel de un metro por debajo de la  Av. San Martín.

     Con los obreros de la obra, los vecinos comenzamos a tener un estrecho vínculo, ya que la misma era algo lenta y se les daba agua fresca de beber y algunos compartirían alguna merienda con ellos. Entonces todos íbamos a mirar y todos ya nos conocíamos y los camioneros nos llevaban a los chicos a volcar la tierra y nos traían.
    El Hormigón lo preparaban  en la planta que tenía la empresa de BONNEU,  en la calle Almte. Brown, y se traía en camiones volcadores, ya que aún no existían los “transmix”.

     El túnel fue construido mediante un sistema de encofrado metálico, que se desplazaba, resultando una forma de “media ojiva”, de un diámetro aproximado de unos 3 metros.
     Primero se hacía el pavimento del túnel, con una pendiente de ambos lados hacia el centro que, a su vez obraba como junta de dilatación.

    -Y nosotros hablamos de nuestra “viveza criolla”, pero también la “viveza de los inmigrantes”, no se quedaba atrás. Como a las cinco y media de la tarde  aquellos  obreros se iban y quedaba  solamente un se reno,  y que era un hombre manco;  y entonces,  por la noche, muchos pícaros aprovechaban para bajar y “conectarse” la cloaca, y de paso llevarse una bolsita de cemento para la construcción de su casa; Y haber hubo varios que obraron así, que luego al final las cosas se sabían.-

    -Aquel arroyo venía de San Justo, siguiendo la traza de lo que hoy es la avenida Pedro B. Palacios y cruzaba la Av. San Martín por debajo de un angosto puente vehicular, donde, vuelta a vuelta, algún camión o colectivo lo chocaba y algunos quedaban con las ruedas en el vacío.

     Sería entonces un zanjón de 4 a 5 metros de ancho, con un pequeño curso de agua que no llegaba al medio metro, (excepto cuando llovía y desbordaba).

Junto a él habitaban muchos cuíses  (que son como ratas sin cola),  y muchos vecinos europeos, de aquí de la zona, venían a cazarlos para comerlos y ellos mismos nos explicaban que:  “los argentinos no les dábamos valor, porque vivíamos en una cultura de una Argentina rica,  donde comprábamos barato el asado y lo que sobraba quedaba secándose, en la parrilla”.  En tanto que el europeo, que venía de las grandes miserias de la guerra, donde comer lo que hubiera era todo un lujo, tenía el criterio que  “el cuis se comía y que no era malo”...  ¡Pero para nosotros “seguían siendo ratas”!

     También otros vecinos venían aquí,  a pescar ranas ó buscar caracoles para comer.

     El arroyo seguía su curso por lo que hoy es la calle Gral. Acha, hasta la altura de la puerta principal del Club Bomberitos, donde giraba a la izquierda para pasar por debajo de otro puentecito, (por donde pasaba el micro 224, -que hoy es el 174, ramal Humboldt-).  Continuaba por entre las manzanas de quintas, entre Acha y 12 de Octubre hasta Cabral, siguiendo más o menos por allí hasta Castillo, alcanzando la Av. Díaz Vélez, a la altura de lo que hoy es la entrada al puente de esta avenida sobre la Rivadavia y las vías del tren, entrando a Ciudadela Norte por lo que hoy es la Av. Maldonado para proseguir hacia la Juan B. Justo de Provincia, para extenderse por la  avenida del mismo nombre ya en Capital.

Lamentablemente, las obras de su entubado no fueron completadas como debiera haberse hecho, ya que a lo largo de su recorrido, existen zonas donde con la mínima lluvia, calles y veredas se inundan con alturas desde los 20 hasta los 50 centímetros de agua, y más también, como el caso de la calle Cerrito, aquí a una cuadra, Cerrito entre Humboldt y Pedro B. Palacios. Pase usted por allí y tan solo observe la altura de las guías de las compuertas de cada vivienda o taller con las que tratan de evitar ingrese a esos domicilio el agua, no hacen falta lluvias muy fuertes para que sea una alta laguna.
Aquí, en la plaza, donde está el monumento al bombero, justo debajo de él, está el paso del túnel.

    -Así, el arroyo Maldonado siempre ha sido una constante en mi vida y mis recuerdos, a escasos 30 metros de la vereda de mi casa, presente en mis juegos de niño, en el momento que se lo entubó y en mi memoria, que aún es...  como si lo siguiera viendo!”


Historia oral registrada por El Recopilador en año 2000.
Entrevistado Horacio Raúl Santolía.


PLANO ADJUNTO:
Muestra el contorno del Barrio LOMAS DEL MILLON (dentro de la ciudad de Ramos Mejía); La línea punteada que le cruza corresponde al trazado del TUNEL del MALDONADO.-
(El Recopilador)
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