¡¡¡VOY “AL MONTE”!!!
La memoria viaja al pasado, y es entonces cuando el recuerdo viene al presente.
.
“ ...Cientos de
veces la misma pregunta y otras tantas la misma respuesta: ¡Voy al Monte!
.
Y esto fue verdad; Yo fui a la “Escuela del Monte”. Yo aprendí a
leer y a escribir en sus aulas y aprendí a quererla, realmente como mi segundo
hogar.
Mas, no solo eso habría de aprender;
también aprendí a conocer y a querer a esta maravillosa tierra a la que acababa
de llegar, como también aprendí a querer a este barrio que me acababa de
recibir.
.
Funcionaba la
escuela en un viejo caserón, con más aspecto de casco de estancia que de
escuela. Estaba emplazada en un amplio predio arbolado, con frente a la calle Emilio
Mitre, casi esquina Paso y había sido ésta la casa de descanso del Dr. Gregorio Rebasa, quien en 1922 lotea su tierra y facilita su casa para funcionamiento de la primera escuela del barrio que nacía.
.
Era una antigua construcción, quizá de
adobe, con apenas rastros de una pintura color rosa viejo, con la que alguna
vez fueron pintadas sus paredes.
.
Sobre su
frente, que daba a la calle Paso, monstruosos paraísos sombreaban una gran
galería con baldosas rojas, donde nos agrupábamos los alumnos, cuando el mal
tiempo no nos permitía disfrutar de los lugares
abiertos y arbolados
.
Por tres de sus
lados, estaba la escuela rodeada de quintas, que ocupaban varias
manzanas y que le daban más apariencia de casa de campo.
..
A escasos cien
metros de la escuela, una noria, una motobomba y un chirreante molino,
funcionaban todas las mañanas ruidosamente. Tan acostumbrados estábamos a sus
monótonas marchas, que cuando dejaban de funcionar, el silencio parecía
incomodarnos.
.
Y fue en esta
escuela donde aprendimos a leer y a escribir... y aprendimos a quererla como
era: con sus paredes despintadas, sus aulas frías, sus árboles centenarios y su
apariencia anticuada.
Todo era
amistad y concordia en nuestra escuela, porque a la abnegada labor de las
maestras que ponían el alma para enseñarnos, nosotros los alumnos, aportábamos
lo mejor de nosotros mismos.
.
Desde nuestros
hogares, partíamos todos los días, con la consigna de ser respetuosos,
obedientes y responsables de nuestros actos.
Hoy, montañas
de textos escolares, simplifican enormemente la labor de las maestras. En ese
entonces, todos los apuntes de todas las materias, eran pacientemente
dictados y explicados al mismo tiempo por ellas.
Seis décadas
transcurrieron desde ese entonces y sin embargo, todo me parece haberlo vivido
ayer.
.
No olvidé a mi
escuela, ni a mis maestras, ni olvidé a mis compañeros. Tampoco olvidé a los
primeros y últimos días de clase, ni olvidé el fervor con que padres,
maestras y alumnos conmemorábamos las fiestas patrias. Tampoco
olvidé los recreos bulliciosos, a los que siempre la inoportuna campana
interrumpía, en lo mejor del partido de fútbol.
.
Por momentos,
siento la necesidad de trasladarme en el tiempo, a los años de mi infancia, y
por un momento me imagino que soy ese escolar de los años cuarenta, que medio
dormido aún, me ponía mi guardapolvo blanco, recogía mis cuadernos, mis bolitas
o mi balero, y tras saludar a mi madre y escuchar las recomendaciones de
siempre, me encaminaba por una Emilio Mitre de tierra, hacia mi
escuela.
.
Como había otras escuelas en los
alrededores, no faltaba quien me preguntara, por tan solo el hecho de
hacerlo: “¿A qué escuela vas?
-¡VOY AL MONTE!...” -le contestaba-.
.
Mi vieja y querida escuela; Siempre te
recuerdo...! Te recuerdo con nostalgia, como quien recuerda la casa
paterna, como quien recuerda al terruño nativo, o como quien recuerda a su
antiguo barrio.
.
Cuando paso frente al que era el predio de
la escuela, no puedo dejar de imaginarme que mi escuela aún está ahí,
rodeada de centenarios paraísos, bajo los cuales cientos de alumnos disfrutan
con sus juegos en horas de recreo.
.
Tampoco puedo dejar de imaginarme a la Srta.
Maruja al frente de su 5º grado; a la Sra. Mónica, al
frente de su 6º; a las hermanas Arévalo, al frente
de 3º y 4º, y a otras maestras cuyos nombres escapan en el recuerdo.
.
Esta era la “Escuela
del Monte” –mi escuela- y la escuela de muchos vecinos de “VILLA
REBASA”, que sin dudas la deben recordar con cariño como yo la sigo y
seguiré recordando siempre.
(*) Entrevista realizada por El Recopilador, en el año 2000 a Don Aldo Mario Spaccarotella (f) , vecino de Balcarce al 2000,
de Villa Rebasa.
Dibujo realizado por nuestro relator, Aldo Mario Spaccarotella, quien fuese
profesor de Dibujo Técnico y Ebanista en escuelas técnicas de la ciudad de Buenos Aires,
y que a falta de material fotográfico nos regaló una vista aérea de la misma,
extraída de su prodigiosa memoria.
-----------------------
-Esta Escuela Nº 30 tiene ahora su asiento en la esquina
de las calles Hernandarias y Charcas de Lomas del Mirador. Sitio originado como
Villa Loma Verde y absorbido luego por Villa Rebasa, barrio este que tiene una
mitad en Ramos Mejía y la otra mitad en Lomas del Mirador.
El
recopilador