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Historias de aguas que hoy van debajo de
los pavimentos.
A Ramos Mejía le
cabe el extraño honor de conducir
debajo sus entrañas las aguas de un famoso arroyo, el “Maldonado”.
debajo sus entrañas las aguas de un famoso arroyo, el “Maldonado”.
Su curso lo es a través de los barrios Don Bosco
y Lomas del Millón, siendo su nacimiento una depresión natural o “palangana”
próxima a las calles Zapiola y Mármol, y como testigo visual aún persiste el
puente ferroviario del ramal Haedo-La Plata, a partir del cual nace el
entubamiento de este famoso arroyo que desemboca en el Río de la Plata tras pasar por debajo
del Aeroparque Jorge Newbery.
Su recorrido es el siguiente:
Nacimiento, José Marmol, Av. Pedro B.
Palacios, Gral. Acha, Sgto. Cabral, J. González Castillo, cruce Av. Díaz Vélez
(Ciudadela, partido de Tres de Febrero), Vito Dumas, cruce de Av. Rivadavia y
vías del FFCC Sarmiento, Av. Maldonado, Mons. Bentivenga, ( * EMPALME ) Av. Juan B. Justo, Cruce de
Av. Gral. Paz (donde uno de los pilares de la autopista atraviesa una parte de
su entubamiento), luego Av. Juan B. Justo de la Capital Federal (atravesando
los barrios de Liniers-Versailles, Va. Luro, Vélez Sarsfield, Floresta, Va.
Santa Rita, Va. Gral. Mitre, Caballito, Va. Crespo, y Palermo), Av. Int.
Bullrich, Av. Dorrego, (Aeroparque J. Newbery), Costanera Norte y desembocadura
en el Río de la Plata ).
(*) EMPALME: Con el Arroyo
“La catanga”, que procede de Haedo.
Su nacimiento estaría en los
escurrimientos de lluvias, procedentes
de Isidro Casanova y San Justo.
Algo más de medio siglo atrás, ese
insignificante hilo de agua, que en épocas de buen tiempo discurriría entre
matas y gredas, al llegar las lluvias se convertía en desbordado torrente que
barría los campos.
Su
necesidad de escape obligó a los ferrocarrileros, que por el año 1883/84 construyeron la vía Haedo-La Plata, a instalar un puente (que aún persiste) sobre
el inicio de su ahora entubado curso.
Así, desde siempre anduvo buscando su salida
hacia el Río de la Plata al que hoy se lo conoce como “el arroyo mayor” de Buenos Aires, el más caudaloso y
problemático y con casi 18 km. de extensión.
ORIGEN DE SU NOMBRE
Esta es la versión más difundida,
aunque no se tiene certeza de ella sea la real:
“En época de la colonia, la zona por donde hoy corre la Av. Juan B. Justo, a la altura entre las avenidas San Martín y Warnes, era un paraje sumamente salvaje, solitario y distante de la pequeña aldea, que resultaba por entonces, aquella porteña Buenos Aires.
“En época de la colonia, la zona por donde hoy corre la Av. Juan B. Justo, a la altura entre las avenidas San Martín y Warnes, era un paraje sumamente salvaje, solitario y distante de la pequeña aldea, que resultaba por entonces, aquella porteña Buenos Aires.
En aquel tiempo era una de las habitantes
del Fuerte, una mujer, esposa de un soldado de apellido “Maldonado”, quien frente a una difícil situación de incomodidad y
convivencia que allí se daba, no resiste esa forma de vida, cometiendo el
delito de escaparse del Fuerte, acto penado entonces con la muerte.
Así, desesperadamente, la Maldonado cruza la frontera de la ciudad, y que era justamente un pequeño arroyo sin nombre, escondiéndose al otro lado, en una cueva donde encuentra
una puma que estaba por parir y a la que le ayuda a hacerlo.
Y tal ayuda le fue retribuida más tarde,
cuando finalmente la mujer es encontrada por los soldados que salieron a
buscarle.
La pena de muerte para la desertora se
cumpliría en el mismo sitio de hallada, por lo que fue atada a un árbol a orillas
del arroyo, para que, según la costumbre fuera
devorada por las fieras que
deambulaban por el lugar. Pero ocurrió todo lo contrario, los animales no la
tocaron, la puma que ella antes ayudara a parir lo impidió y más aún, desató
las cuerdas que le sujetaban.
Cuenta la leyenda que, desde el Fuerte
mandaron, para verificar su muerte, a un gaucho apodado “El Diablo”, quien no encuentra ni restos del cuerpo, ni manchas de sangre, ni nada... tan
solo intactas las sogas que antes sirvieran de ligaduras. Temeroso ante tal
hallazgo, es sorprendido por el aullido de las fieras del lugar que se le
acercaban peligrosamente por lo que “El Diablo” se
asusta y en aterrada huída “pierde su
poncho”.
Así, de tan situación –tenida como
historia verídica- se originó el criollo
dicho “Por donde el diablo perdió el
poncho”, cada vez que
se hacía referencia a la lejanía de un lugar, en recuerdo a aquel episodio
donde finalmente se dio por desaparecida a “La Maldonado ”, quedando de allí como leyenda y luego mito aplicado su
nombre a ese arroyo: MALDONADO.
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Fuente: Junta de Estudios Históricos del
porteño barrio de Villa Crespo.--
El
Maldonado, inofensivo y peligroso, de conducta pendular,
según la cantidad de agua que corriese por su cauce, podía ofrecer un aspecto
de arroyuelo o el de enloquecido aluvión que llevaba consigo cuanto se
opusiese.
Antes de desaguar en el Plata, en lo que
hoy es el Parque 3 de Febrero, sus orillas estaban cubiertas por una pintoresca
vegetación, muy similar a la del Delta.
Este lugar fue utilizado como refugio y puerto de barcas de carga y de
pescadores. A tal
efecto, se había construido un rudimentario muelle y algunas casillas
pertenecientes a la firma Portalis Carbonier y Cía., introductora de frutos y
arena provenientes de la
Mesopotamia. Al paraje se lo conocía como “Puerto
Portalis”.
También, con la apertura de los Mataderos,
en el barrio de Nuevo Chicago, existió un proyecto de dragar y ampliar su curso
y extender un canal desde la actual zona de Villa Luro hasta dichos Mataderos,
de modo que lo pudiesen
surcar barcazas llevando ganado en pie y retirando lo faenado para su
exportación a puertos británicos, cosa que finalmente nunca llegó a
concretarse.
*Según
Asdrúbal F. Cáceres:
“Las
avenidas naturales no fueron proyectadas por un urbanista,
fueron realizadas hace ya muchos siglos por Dios”.
fueron realizadas hace ya muchos siglos por Dios”.
Tal el caso
del Maldonado cuyo techo pasó a convertirse en avenida.
EL MALDONADO DE RAMOS
MEJÍA
Y ya
presentado nuestro Maldonado, conocido parte de su misterioso subterráneo
origen, recorrido e historia de su nombre, pasemos ahora a incorporar el relato
oral de un memorioso vecino de Ramos Mejía, propiamente del barrio Loma del
Millón, quien transcurrió su primera infancia con el arroyo junto a su vereda,
para a poco verle desaparecer dentro del tubo de hormigón que hoy le conduce
bajo tierra.
Don Horacio Raúl Santoía.
Nacido
en el año 1945 en el barrio de Loma del Millón, y habitante en la calle Gral.
Acha entre San Martín y Pueyrredón (actual Sub Barrio Bomberitos).
-
Entrevistado en febrero de 2000, por Francisco Álvarez, director del entonces
periódico-papel
El Recopilador.
El Recopilador.
De prodigiosa y envidiable memoria y expresión, sus
palabras resultan un
mágico pincel con el que nos pinta épocas y lugares, como si les tuviésemos
presentes hoy ante nuestros ojos.
mágico pincel con el que nos pinta épocas y lugares, como si les tuviésemos
presentes hoy ante nuestros ojos.
“Nací en marzo de 1945, en
una casa de la calle Almte. Brown 1356, casi O’Higgins en la Loma del Millón, y poco más tarde, de
muy chico, mi padre compra estos terrenos, donde viví toda la vida y lo sigo
haciendo, frente a la Plaza de Bomberitos, qué en aquel
entonces era el Vivero Municipal, conformado
por ocho manzanas que estaban delimitadas por Cabral, O’Higgins, Av. San Martín y Acha.
A escasos 30 metros de la vereda de mi casa, “el arroyo” siempre ha
estado presente en mis juegos de niño y fui testigo del momento que se lo entubó, por lo que siempre ha sido
una constante en mi vida y mis recuerdos.
La obra fue
hecha por el año 1952, y la construcción estuvo a cargo
de la empresa “ENRIQUE J. BONNEU”, que tenía los depósitos y oficinas en la calle Almte. Brown, entre Acha y 12 de Octubre, al lado de la Escuela Nº 17;
y por 12 de Octubre tenía los depósitos donde, hasta hace pocos años,
guardaba las grúas y guinches que entonces se utilizaron.
Con los guinches de “almejas”
iban desgarrando la tierra hasta una profundidad creo, de 5 ó 6 metros, luego
se hacían unas rampas por donde accedían los camiones y con aquellas máquinas
amarillas –Caterpillar- (que uno de sus maquinistas vivió
hasta su muerte en la calle 12 de Octubre)
los cargaban y en muchos casos nos regalaban o
vendían la tierra, para rellenar nuestros terrenos, que estaban casi por un
nivel de un metro por debajo de la Av.
San Martín.
Con los obreros de la obra, los vecinos comenzamos a
tener un estrecho vínculo, ya que la misma era algo lenta y se les
daba agua fresca de beber y algunos compartirían alguna merienda con ellos.
Entonces todos íbamos a mirar y todos ya nos conocíamos y los camioneros nos
llevaban a los chicos a volcar la tierra y nos traían.
El Hormigón lo preparaban en la planta que tenía la empresa de BONNEU, en la calle Almte. Brown, y se traía en
camiones volcadores, ya que aún no existían los “transmix”.
El túnel fue construido
mediante un sistema de encofrado metálico, que se desplazaba, resultando una
forma de “media ojiva”, de un diámetro aproximado de unos 3 metros.
Primero se hacía el pavimento
del túnel, con una pendiente de ambos lados hacia el centro que, a su vez
obraba como junta de dilatación.
-Y
nosotros hablamos de nuestra “viveza
criolla”, pero también la “viveza de
los inmigrantes”, no se quedaba atrás. Como a las cinco y media de la
tarde aquellos obreros se iban y quedaba solamente un se reno, y que era un hombre manco; y entonces,
por la noche, muchos pícaros aprovechaban para bajar y “conectarse” la
cloaca, y de paso llevarse una bolsita de cemento para la construcción de su
casa; Y haber hubo varios que obraron así, que luego al final las cosas se
sabían.-
-Aquel arroyo venía de San Justo, siguiendo la traza de lo que hoy
es la avenida Pedro B. Palacios y cruzaba la Av. San Martín por debajo de un angosto puente
vehicular, donde, vuelta a vuelta, algún camión o colectivo lo chocaba y
algunos quedaban con las ruedas en el vacío.
Sería entonces un zanjón de 4 a 5 metros de ancho, con un pequeño curso
de agua que no llegaba al medio metro, (excepto cuando llovía y
desbordaba).
Junto a él habitaban muchos cuíses (que son como ratas sin cola), y
muchos vecinos europeos, de aquí de la zona, venían a cazarlos para comerlos y
ellos mismos nos explicaban que: “los argentinos no les dábamos valor, porque vivíamos en
una cultura de una Argentina rica, donde
comprábamos barato el asado y lo que sobraba quedaba secándose, en la
parrilla”. En tanto que el europeo, que
venía de las grandes miserias de la guerra, donde comer lo que hubiera era todo
un lujo, tenía el criterio que “el cuis se comía y que no era malo”... ¡Pero para nosotros “seguían siendo ratas”!
También otros
vecinos venían
aquí, a pescar ranas ó buscar caracoles
para comer.
El arroyo seguía su curso por
lo que hoy es la calle Gral. Acha, hasta la altura de la puerta
principal del Club Bomberitos, donde giraba a la izquierda para pasar por debajo
de otro puentecito, (por
donde pasaba el micro 224, -que hoy es el 174,
ramal Humboldt-). Continuaba por entre las manzanas
de quintas, entre Acha y 12 de Octubre hasta Cabral, siguiendo más o menos por allí hasta Castillo, alcanzando la Av. Díaz Vélez, a
la altura de lo que hoy es la entrada al puente de esta avenida sobre la
Rivadavia y las vías del tren, entrando a Ciudadela Norte por lo
que hoy es la Av. Maldonado para proseguir hacia la Juan B. Justo de Provincia, para extenderse
por la avenida del mismo nombre ya en
Capital.
Lamentablemente, las obras de su entubado no fueron completadas como
debiera haberse hecho, ya que a lo largo de su recorrido, existen zonas donde
con la mínima lluvia, calles y veredas se inundan con alturas desde los 20
hasta los 50 centímetros de agua, y más también, como el caso de la calle
Cerrito, aquí a una cuadra, Cerrito entre Humboldt y Pedro B. Palacios. Pase
usted por allí y tan solo observe la altura de las guías de las compuertas de
cada vivienda o taller con las que tratan de evitar ingrese a esos domicilio el
agua, no hacen falta lluvias muy fuertes para que sea una alta laguna.
Aquí, en la plaza, donde está el monumento al bombero, justo debajo de
él, está el paso del túnel.
-Así, el arroyo Maldonado siempre ha sido
una constante en mi vida y mis recuerdos, a escasos 30 metros de la vereda de
mi casa, presente en mis juegos de niño, en el momento que se lo entubó y en mi
memoria, que aún es... como si lo siguiera
viendo!”
Historia oral registrada por El Recopilador en año 2000.
Entrevistado Horacio Raúl Santolía.
PLANO ADJUNTO:
Muestra el contorno del Barrio LOMAS DEL MILLON (dentro de la ciudad de Ramos Mejía); La línea punteada que le cruza corresponde al trazado del TUNEL del MALDONADO.-
(El Recopilador)
Muestra el contorno del Barrio LOMAS DEL MILLON (dentro de la ciudad de Ramos Mejía); La línea punteada que le cruza corresponde al trazado del TUNEL del MALDONADO.-
(El Recopilador)
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