“A las siete,
de aquella mañana de 1982, ese colectivo al Oeste nos dejó a mí y a dos compañeros en la
Gral. Paz y Provincias Unidas, sin un centavo alguno, librados a nuestra
suerte, de uniforme y barbudos. La gente que iba al trabajo nos miraba raro,
parecíamos payasos. Vino un colectivo 162 con destino a Ramos y no nos quiso
parar. Cuando vino el siguiente, dejamos subir a los otros que esperaban y nos
trepamos últimos. Le pedimos por favor al chofer que nos llevara, que recién
regresábamos de Malvinas, y nos miró mal y nos dijo “-¿Qué pasa, andan de joda?”…
.
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.
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“-Me llamo Domingo Canzano, tengo 50 años y
sobreviví a un bombardeo en la guerra de Malvinas. En 1982 entonces yo tenía 35
años y trabajaba en Transportes Navales –ELMA-
y desde el Edificio Libertad mandaron afiches a las empresas solicitando
“cocineros y electricistas”. Me presenté al 9º piso (allí hoy se encuentra la
oficina de los ex combatientes), y el capitán Lovero, al enterarse que yo era
cocinero me dijo: ‘Mañana ya armamos un barco, lo necesito’.
.
“El destino
programado era llevar provisiones a Puerto Madrin y todo el sur, pero ya en
navegación, una noche se recibió la orden de pintar de negro todo el barco y de
no hacer ningún ruido de ollas en la cocina, girábamos hacia Malvinas y
entrábamos en la zona de submarinos.
.
Buque mercante RÍO CARCARAÑÁ -ELMA- en 1982
Pintado su casco de negro, ingresando a la zona de submarinos británicos.
.
“Arribamos a
Puerto Argentino en 1º de Mayo, de madrugada, y la bienvenida fue terrible.
Dormíamos a bordo de nuestro buque, el RÍO CARCARAÑÁ, un transporte mixto de
pasajeros y carga, botado en los astilleros de Yugoslavia en 1960 (barco de 22
años) cuando a las cuatro de la mañana una tremenda bomba cayó desde 3.000 ó
4.000 metros de altura sobre la pista del aeródromo de Puerto Argentino. Cayó
de costado y en un depósito de combustibles. Nuestro barco estaba anclado a
unos 500 metros de allí y el movimiento expansivo trasladado al mar hamacó de
tal modo al barco que nos sacó de las cuchetas.
.
“Aquella
bomba causó muchos muertos y heridos en tierra, pero no alcanzó a destruir la
pista. Nosotros veíamos las llamas. Precisamente nuestra carga incluía las
partes de la PISTA DE ALUMINIO que luego se construyó para la operación de los
Hércules.
.
“Luego, a las
8,30 de la mañana pasaron tres Shea Harrier y fue el primer bombardeo en Puerto
Argentino que vimos patético, apoyados todos en la borda, absurdamente
hipnotizados, rabiosos, impotentes. Misiles, bombas, ametrallamientos. Los
ingleses hicieron dos pasadas bombardeando y a la tercera uno cayó a tierra,
otro explotó en el aire y el tercero se fue al mar. ¡Gritamos aquel triunfo con
tremenda alegría!
.
“Mi vida en
el mar comenzó en 1964, como peón de cocina, luego pasé a ayudante, más tarde
ayudante panadero, maestro panadero, llegué a 2º cocinero, luego a primero y
jefe de cocina. Eso me llevó a conocer, menos a Australia y Paraguay, a todos
los puertos del mundo, navegando aproximadamente 25 años, siempre en la flota
mercante. Nunca estuve preparado para estar en el medio de una guerra y allí en
el medio estaba entonces yo.
.
“Pasado ese
bombardeo vino la tarea de bajar la carga, que consistía en la citada pista de
aluminio y en toneladas de víveres y también armamentos. Luego navegamos hasta
el estrecho San Carlos, donde fondeamos a algunos centenares de metros de la
costa como lugar de refugio. Pero, el 16 de mayo fuimos descubiertos por tres
aviones Shea Harrier y por ellos bombardeados y barridos por sus ametralladoras.
Para esto, el capitán nos había instruido que si éramos
atacados con ametralladoras, nos refugiásemos en el centro del barco, porque
los proyectiles perforaban chapas de 12 mm y de 6 mm de acero, pero las
diferentes barreras de chapas y compartimentos aislados impedían que las balas
llegasen hasta nosotros. Allí nos reunimos los 70 hombres de la tripulación.
Luego de esas tres pasadas y de sus bombas, a través de la radio y en código
Morse, los ingleses nos ordenaron que en 20 minutos debíamos abandonar el barco
o seríamos atacados de nuevo.
.
“Así, con
algunos heridos, abandonamos el RÍO CARCARAÑÁ. Lo hicimos en botes y balsas de
goma, cargando cuanto pudimos de víveres y ropa. Los ingleses nos vigilaban
desde el aire para asegurarse que dejábamos el buque, pero ya no nos atacaron
más. Una vez abandonado, el barco se escoró un poco hacia babor, por los
agujeros del bombardeo y la entrada del agua por ellos, pero no se hundió.
.
“Pudimos
llegar a la isla y refugiarnos en ella. Nuestra inteligencia nos alertó que
marinos ingleses incursionaban de noche y saqueaban comestibles y armas.
Entonces, el capitán consiguió una lancha pesquera “tomada” a los
isleños, y con quince hombres, en una noche de tormenta, a cuatro días de aquel
bombardeo, fuimos hasta el buque, cargamos cuanto pudimos de más víveres y
abrimos todas las esclusas para inundar el barco. Finalmente el 20 de mayo el
mar se lo tragó y según los peritos hoy descansa a unos 180 metros de
profundidad debajo del estrecho.
“Mi función
en tierra seguía siendo la misma que tenía en el barco. Tenía a mi cargo la
responsabilidad del completo racionamiento de las provisiones y la alimentación
del personal. Pero fue muy duro, en el barco éramos 70 tripulantes, pero en la
isla se nos habían sumado otras unidades y llegábamos a seiscientos hombres. Se
determinó un único plato caliente a la una y media de la tarde, un guiso
aguado. Me dieron orden de ‘no mirar la olla’ al servir; debía introducir el
cucharón y con lo que venía servir en una sola vez un plato, y que pase el que
sigue; acompañaba una única galletita de agua sin sal, así por cada hombre. La
comida carecía de sal, debíamos evitar tentar la sed porque sabíamos que el
agua de la isla era muy mala.
.
“En Malvinas
en invierno amanece a las 10 de la mañana y oscurece a las 16. Al caer la
noche, en la misma olla guisera, lo mejor limpia posible, hacíamos el mate
cocido, para ello tomábamos una sábana y en ella volcábamos 10 ó 20 kilos de
yerba, luego la atábamos y ese gigantesco “saquito” lo metíamos en la olla a
hervir. Ese era todo el alimento del día, así, día a día.
.
“Nunca
tuvimos que entrar en combate, pero, una vez hundido nuestro buque, el capitán nos señaló que civiles y militares estábamos unidos para nuestra propia
supervivencia. Como yo no tenía mayores conocimientos de armas tomé solo una
pistola 9 mm.
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“No nos
involucramos en combates cuerpo a cuerpo, pero sí le hemos tirado a
helicópteros y pudimos tumbar uno. Hemos visto bajar ingleses portando granadas
listas en las manos. Les vimos a cierta distancia, pero no combatimos frente a
frente. En otra oportunidad sí les vimos y supimos de sus uniformes, que
contaban con un dispositivo térmico, que con una botonera daban mayor
temperatura a sus cuerpos. Nosotros eso no lo teníamos y el frío era terrible.
.
“Todas las
noches, desde las once, hasta las cuatro de la madrugada, sus barcos no paraban
de bombardearnos, para que nuestras tropas no pudiesen cambiar de lugar y para
agotarnos psicologicamente.
.
“En los
primeros días dormíamos a la intemperie, sólo al abrigo de unas mantas, al
cuarto día cavamos pozos de zorro y trinchera en la turba y allí nos acovachábamos.
Cuando se nos acabaron los víveres, carneábamos ovejas, unas 20 por día, yo las
trozaba y sin sal ni nada las comíamos hervidas.
.
E.R.: -¿Qué pasó cuando se rindieron
ante los ingleses?
.
“-Nosotros NO
NOS RENDIMOS. Pasamos 52 días allí desde el 1º de mayo, y cuando se logró
romper el bloqueo –pocos días antes de la rendición- dos aviones de la marina
“nos sacaron” y devolvieron al continente y en un par de días más nos retornaron a Ezeiza.
.
“Nuestro
regreso nos resultaba inexplicable. No esperábamos ese trato, ese oscurantismo
en que nos sumieron luego de tantas terribles horas vividas: Llegamos todos
barbudos, vestidos de militares –incluso los civiles- y con armamento, yo
seguía teniendo mi 9mm.
.
“En Ezeiza
nos esperaban, en el sector naval, una serie de colectivos con carteles que
decían Norte, Sur, Oeste… que nos distribuirían por las zonas en que teníamos
domicilio. Subí al que decía Oeste, pero antes de partir, subió un elegante
civil acompañado por cuatro infantes con armas largas y nos invitó a bajar,
porque querían ofrecernos un desayuno
caliente. Dijimos que no, que queríamos regresar pronto a casa. Este señor nos
dijo: “Se trata de una orden”, y los infantes corrieron los cerrojos de sus
fusiles “cargándolos”.
.
“Bajamos y
nos reunieron en un gran galpón. Nos dieron café y pan duro y nos dijeron:
“¡Regresarán a sus casas, descansen, pero no deben hablar con la prensa, ni
alarmar a sus familias. Es más, olvídense de Malvinas, hagan de cuenta que esto
nunca existió!”
.
.
“A las siete,
de aquella mañana de 1982, ese colectivo al Oeste nos dejó a mí y a dos compañeros en la
Gral. Paz y Provincias Unidas, sin un centavo alguno, librados a nuestra
suerte, de uniforme y barbudos. La gente que iba al trabajo nos miraba raro,
parecíamos payasos. Vino un colectivo 162 con destino a Ramos y no nos quiso
parar. Cuando vino el siguiente, dejamos subir a los otros que esperaban y nos
trepamos últimos. Le pedimos por favor al chofer que nos llevara, que recién
regresábamos de Malvinas, y nos miró mal y nos dijo “-¿Qué pasa, andan de joda?”… ¿Quién
nos imaginaba así, como para creernos? Finalmente logramos convencerle y nos
llevó.
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Colectivo de la desaparecida línea 162,
que unía Mataderos con Lomas del Mirador y Ramos Mejía.
.que unía Mataderos con Lomas del Mirador y Ramos Mejía.
.
.“El pasaje
estaba sorprendido al escucharnos, desconcertados. Yo vivía entonces en el
barrio Bomberitos, en Sargento Cabral y 12 de Octubre, a dos cuadras de Av. San
Martín. Cuando llegamos el chofer le pidió permiso a los pasajeros y se desvió
del recorrido esas cuadras y me llevó hasta la puerta de mi casa, y todos los pasajeros me despidieron con un inolvidable aplauso.
.
“Luego, aquel abrazo
de mi familia fue la condecoración más grande que pude recibir. Fue tremendo.
No sabían nada de mí, cuando recibieron la noticia del hundimiento del Río
Carcarañá y sin información alguna me suponían muerto.
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E.R.: -¿Qué te quedó luego de
Malvinas?
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“No estoy
arrepentido haber ido a Malvinas. Pero sí lo estoy a partir del mal trato que
después recibimos. Volver a vivir otra guerra, guerra esta de una mezcla de
injusticias e indiferencia, discriminación, desprecio. Pusimos el cuerpo a las
balas en nombre de todo el pueblo que quedó aquí, un pueblo que siguió
viviendo, trabajando y produciendo…; Cuando nos quisimos reinsertar a esta vida
nos negaron el más preciado premio ¡el trabajo! Tener que mentir que no hemos
estado en la guerra para poder trabajar. Desde entonces viví de changas y no
hace mucho –casi 15 años después de la guerra- me asignaron una pensión de $
312 por mes. Me gustaría poderme reunir con gente que vivió aquellos días, pero
nos hemos desperdigado mucho. Ahora recién, en La Matanza se ha organizado un
Centro más homogéneo, encabezado por un excelente muchacho, Daniel Marini.
.
E.R.: -¿Y si la historia volviese a
repetirse, volverías a Malvinas?
.
“-Siempre me
lo volví a preguntar… como también me pregunté: “si volverían a recibirnos nuevamente escondidos y con vergüenza…!”
.
Y me despedí del vecino Domingo Canzano,
25 años de mar y una guerra que en estos días cumple precisamente 15 años de
historia. Una historia de un hombre de mar y que a la vez es también hombre de
barrio. Una de las raíces que los chicos de hoy deben conocer para cuando
crezcan sepan hacer que predomine siempre la razón sobre la fuerza, y que
nuestros objetivos siempre sean canalizados por la paz.
.
¿Piensan aún
que nuestros barrios no contienen trozos de historia
que hacen a la historia de nuestra Patria grande?
que hacen a la historia de nuestra Patria grande?
.
Publicado por EL RECOPILADOR
Mayo de 1997 - Año 1 - Nº 7
Entrevistado Domingo Canzano
Vecino de Ecuador y J.A. Roca, del barrio Villa Rebasa.
Ciudad de Ramos Mejía – La Matanza.
Fotos: del Sr. Domingo Canzano. Resto, imágenes de internet.
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Otras fuentes sobre el RÍO CARCARAÑÁ
Mayo de 1997 - Año 1 - Nº 7
Entrevistado Domingo Canzano
Vecino de Ecuador y J.A. Roca, del barrio Villa Rebasa.
Ciudad de Ramos Mejía – La Matanza.
Fotos: del Sr. Domingo Canzano. Resto, imágenes de internet.
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Otras fuentes sobre el RÍO CARCARAÑÁ
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