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sábado, 26 de diciembre de 2009

Don Antonio Torraca nos cuenta… Orígenes del barrio La Loma

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Vecino de la ciudad de Lomas del Mirador
Partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires.

Recopilado como Historia Oral
Entrevistado: Don Antonio Torraca, (82 años) vecino originario. Le relata a Francisco Álvarez en el año 2006.



Originada Lomas del Mirador, tras el primer loteo realizado en La Loma, en el año 1909, quince años más tarde llega al mundo Don Antonio Torraca, nacido en el año 1924, en Av. La Plata y Avelino Díaz, frente mismo al mítico estadio-gasómetro de San Lorenzo de Almagro y fanático de dicha camiseta, y desde ese punto de partida la memoria de nuestro destacado vecino nos cuenta:

Vengo a vivir a este barrio a los pocos meses de vida, ya que mi papá había comprado un lote y como pudo comenzó a edificarlo. Así llegamos a la calle Progreso, que hoy es Roque Sáenz Peña, entre 11 de Setiembre que hoy es Cavia y Almagro, que hoy es Melo, y allí nos instalamos, donde todo eso era campo. Entonces las numeraciones para La Loma empezaban en Emilio Castro, que hoy es Av. Mosconi. Años más tarde la numeración se adecuo a lo actual, comenzando la numeración en Av. Rivadavia. En mi cuadra había entonces solo dos casas.

Me acuerdo cuando en 1939 hicieron el pavimento de aquella calle que hoy es Roque Sáenz Peña, y que se hizo con hormigón armado, o sea cemento con entrecruzados de varillas de hierro, y que también así se pavimentaron entonces las calles Cavia, Paso y Larrea. A las demás calles de la zona el pavimento recién les llega casi 30 años más tarde, por 1963, y su calidad es inferior porque no tienen hormigón armado, careciendo de hierro por ser más económico (y que más fácilmente se rompen).
Yo, en aquella época tendría 12 ó 14 años, y recuerdo que mi madre me cocinaba matambre, para vendérselo en sandwiches con un vaso de vino, a los obreros que hacían el pavimento, cobrándoles algo de treinta centavos, y que así me ganaba sesenta a setenta centavos por día, que en ese entonces, casi casi, alcanzaba para comer. Nosotros éramos siete hermanos, pero quién más quién menos algunos trabajábamos.
Estos pavimentos fueron realizados por el Ing. Miguel Angel Brumana, dueño de la empresa pavimentadora que estaba en la calle 25 de Mayo 33, a media cuadra de la Casa de Gobierno.
El costo de la cuota mensual del pavimento era el mismo valor que lo que mi padre ganaba; Entonces él se encargó de cobrar el pavimento a todos los vecinos y, la comisión de ello, cubría nuestra cuota, que luego algunas veces me mandaba a mí, que tenía 15 años, a llevarle el dinero al Ing. Brumana.
Y las calles Roque Sáenz Peña, Paso y Larrea se pavimentaron desde Venancio Flores a Provincias Unidas. Y ya la Av. Mosconi se pavimentó por los años 60.

Acá había un señor, Pedro Bazanetti, que era dueño de muchos lotes, -a quien yo le compré éste donde hoy está mi casa- y mi papá que era comisionista, vendía los lotes de este hombre, en cuotas o al contado y cobraba su comisión por ello. Y me acuerdo que por Mosconi, antes de llegar a San Martín, él tenía más de 50 lotes, y una vez por los años 1938-40 llamaron a una empresa con máquinas para emparejar la calle, que era de tierra, y hacer un remate ofreciéndolos a $ 5 por mes y después a $ 10 por mes y no se vendió casi ninguno, los que recién se vendieron, a partir de 1946.

Recuerdo aún muchas cosas que viví, como cuando íbamos a la Av. Gral. Paz, siendo chico, a pelearme con los chicos de la Capital, que no queríamos que vinieran a buscar a las chicas, a buscar novias a “La Loma”, defendiéndonos entonces con la hondera.
Y entonces la Gral. Paz era así: de ambos lados, de la provincia y de la capital era alto y el medio de la “avenida” era como en un pozo y lleno de pasto, y por allí pasaban los arreos de vacas hacia el Matadero que, mientras pasaban donde podían mordisqueaban la alfalfa, que mucho crecía a los bordes.
También en ese lugar de Provincias Unidas y Gral. Paz había una rotonda y en medio de ella había una herrería de caballos, y por la que yo pasaba todos los días cuando, caminando unas 15 cuadras, iba al colegio de la Capital (años 1934-36), pero no estuvo mucho tiempo y finalmente la sacaron.

Mis juegos de chico... básicamente era lo que era gratis: el fútbol. Yo jugaba al fútbol en la canchita de Quintana entre Liniers, Mosconi y Gral. Paz, (de Don Pedro Bazanetti), hasta que un día nos dijo “Saquen la cancha porque voy a vender el terreno”.
Y estudiaba en la escuela primaria Nacional Nº 78 a la que, porque vieron una laucha por allí, le llamaban “La escuela de los ratones”.

Su terreno abarcaba de lo que hoy es Mosconi y Paso, por Paso hasta la panadería, que hoy es la misma de aquel entonces –con algunas modificaciones, claro- y de Paso unos 25 mts. para el fondo. En una posterior época, esa panadería fue de un hermano mío, que la compró en sociedad con un tal Ricardo Rosa, nacido en la calle Independencia –hoy Alfredo Palacios-

Y a “la 78” fui hasta 4º grado, porque no había más grados acá y para seguir debí pedir pase a la Capital, a la escuela de Cosquín, entre Bragado y Alberdi. Ahí terminé la escuela y después hice el secundario hasta 4º año y dejé, estudiando de noche dactilografía.

También recuerdo que mi papá me daba productos que él trabajaba para que yo vendiese: jabones, estropajos de alambre, trapos de piso, etc. y yo me iba con ello caminando hasta el Parque Olivera –hoy Parque avellaneda- eso representaba caminar de 40 a 50 cuadras por día para poder ganar algún peso, que había mucha pobreza entonces.

Nuestro camino principal hoy lleva el nombre de Av. Juan Manuel de Rosas, pero para quienes crecimos a su vera nunca dejará de ser nuestra querida Avenida Provincias Unidas.
Recuerdo, cuando mi papá me contaba que la empedraron por 1930, que en los laterales había unos zanjones enormes. Y al Sur de la misma, de la vereda en que estaba El Mirador, era todo quintas de verduras hasta cerca de Crovara, cuya mayoría de los quinteros eran italianos y españoles y también algunos argentinos.

Existió, entre los años 1940-60 aproximadamente, un lugar para entretenimientos que se conoció como el Club Alumni: Estaba en la esquina Nor-Oeste, de Provincias Unidas y Gral. Paz, en la mano de enfrente de donde ahora está el Bingo. Era solo un lugar de entretenimiento donde se hacían bailes, se traían grandes orquestas, e incluso de ofrecían peleas de box. No era un club, era simplemente un negocio, al que le habían puesto como algo llamativo, el nombre de aquel legendario club de fútbol de principios de siglo. Y no tenía salón, era solo una pista al aire libre con paredones a su alrededor y que abarcaba por la Gral. Paz, parte de lo que hoy es la terminal de los colectivos 620 y 382, y por Provincias Unidas se extendería unos 40 metros. Fue uno de los primeros lugares donde peleó Lauce, (que cuando era chico vivió en La Loma, a tres cuadras de acá), y una de las primeras peleas que ganó al campeón argentino, por nok-out contra las sogas, fue acá en Alumni.

En la esquina Sud-Oeste de Provincias Unidas y Gral. Paz, esquina opuesta a donde estuvo Alumni, (hoy día la misma esquina de la vereda del Bingo) estaba ya desde los principios de La Loma, el almacen y fonda La Mal Pensada, que pertenecía a Don José Polano. Y entre las travesuras que teníamos de pibes, recuerdo que con algún amigo, nos quedábamos en la puerta cuando entraban los reseros a tomar el vermouth y cuando estos se iban, entrábamos rápido a robarnos los manices que habían quedado en las mesas y nos íbamos corriendo.
Y aunque su nombre fuese algo extrañamente sugerente, no tenía un mal ambiente. Era, en su mayoría, gente grande que se entretenía después del trabajo, jugando a las barajas, tomando una copa, un vermouth y un alto un descanso para los arrieros que iban hacia Mataderos. También allí diariamente solían comer quienes trabajar en la zona.
Era una mezcla de almacén, bar y fonda. Que el almacén estaba separado por una pared, que es donde solían ir las señoras o mandar a los chicos a hacer las compras para la casa, y que por respeto estaba apartado del ambiente de hombres que, como ya dije, jugaban a los naipes y/o tomaban su copa.

En la esquina de Provincias Unidas y lo que hoy es Charcas estaba El Mirador, y su torre también se utilizaba su altura para exhibiciones del tipo circenses. Y allí se juntaba mucha gente, porque por la época era de los muy pocos entretenimientos que había. Aunque a veces no todo salía bien. Una vez desde lo alto y hasta un eucalipto vecino ató un cable de acero por donde se desplazaban trapecistas que trabajaban a la gorra. Una chica que hacía esas pruebas, se ataba su pelo por una argolla y esta pasaba por el cable de acero, o sea que ella pasaba de un lado a otro por el cable sujeta por su pelo, y un día haciendo esto se le arrancó su cuero cabelludo, cayó y se mató.

A finales de los años 20, por Provincias Unidas, del lado Sur, desde Roque Sáenz Peña hacia San Martín, pasando por “El Mirador”, casi todo era quintas de verduras. De este otro lado, del Norte, había una fábrica de jabón, estaba en Pcias. Unidas y Luis María Campos, -calle que hoy se llama Alicia Moreu de Justo- Y estuvo allí hasta que una vez pasó un tornado que abarcó un ancho de unos 50 metros y la agarró de lleno y no quedó nada. Columnas de hierro del 40, de 7 u 8 metros de largo quedaron hechas nudos. El tornado paso, agarró para el lado de Mosconi y desapareció por Gral. Paz. (1)

Don Ángel Della Magdalena fue (junto con su familia) el segundo habitante llegado a La Loma, que lo hizo en el año 1906. El primer arribado fue Don Fernando Tarditi, también con su familia, y quienes se instalaron el la casona del Mirador en 1900.
Y Don Ángel, también viene a compartir un espacio habitacional y comercial e en mismo Mirador, por unos pocos años, instalando un Almacén de Ramos Generales, también llamado El Mirador. Y era decir que se trataba de un comercio que vendía de todo: almacén, bebidas, ropa de trabajo, cuchillos, faroles, herramientas de labranza..., en fin, todo lo que hacía falta entonces para estos sitios que se comenzaban a poblar y que aún era campo; Con lo que, al producirse en primer relate de tierras y llegada de los primeros vecinos, en 1909, El Mirador fue el primer polo comercial para los nuevos vecinos.

Y mi papá, como comisionista, también le llevaba mercadería a Della Maddalena y le traía fiambres de la chanchería de las calles Muñiz y Garay, de la Capital, al lado de la cancha de San Lorenzo, (que a veces iba yo con él). También a Don Pedro Alonso a su almacén que estaba acá en la calle Cavia y Paso, a don Cecilio Vega, gente que vivía aquí en Paso y Melo y que aún el local está, aunque cerrado ya desde hace muchos años.

Me acuerdo que en lo de Della Maddalena no me dejaban entrar en el despacho de bebidas, me quedaba en la puerta, no era lugar para menores. Había mucho respeto y mi papá me traía alguna bebida, un refresco. Y todo era serio en ese entonces, todo tenía su límite y todo tenía su respeto y todo era más sano. Hoy los padres no saben poner los límites y el respeto ha dejado de estar presente.

El primer transporte que yo conocí, de muy chiquito, fue un ómnibus que salía de San Justo y llegaba a Alberdi y Murguiondo y cobraba 10 centavos, creo. Recuerdo tenía una puerta atrás y otra adelante, pero eran “esqueletos”, les daban una patada y se desarmaban solos. Se asemejaban mucho a los tranvías, solo tenían 4 coches, de color amarillo, y una franja roja donde decía “Compañía Alberdi”. Después mucho más no me acuerdo. Hasta que llegaron los colectivos, entre ellos el 49 que salía de San Justo y terminaba con su parada en la Av. Gral. Paz y luego más tarde llegó hasta Caballito, allá por 1949.

Luego llegó la línea 10, La Vecinal de La Matanza (actuales 180 y 155) que venía de San Justo por Provincias Unidas hasta Roque Sáenz Peña, -que era Progreso- tomaba el adoquinado de Venancio Flores hasta doblar por Larrea que ya en Mosconi era de barro y debía pasar al lado de la quinta que llegaba hasta Hernandarias, por allí tenía tramos de una sola mano de mejorado y otros tramos de barro para llegar hasta Roca –en Villa Rebasa- bajaba hasta Díaz Vélez, por donde se cruzaba con el paso de las vacas –y que recién la pavimentaron en 1951- y luego de entraba por Ciudadela por la calle Muñoz hasta llegar a la Gral. Paz en Liniers, donde terminaba.

Más cercano en el tiempo, corria el año 1977, cuando un señor que era hijo de Floren Delbene, se presentó al intendente de La Matanza haciéndole saber que, hacía un par de años había fallecido su padre, el Sr. Vito Donato Sabia, socio de la firma de Jabón Federal, quien había sido un hombre que hizo mucho por el progreso de la zona, por lo que se le ocurrió solicitar la posibilidad de poner su nombre a una calle, y se consideró que como la calle Garibaldi concluía justo en Av. Crovara, contra la fábrica de Jabón Federal, se accedió a su cambio de denominación, colocándose una placa de homenaje frente a la fábrica y pasando esa calle a denominarse Vito Donato Sabia, único testimonio que ha quedado de lo que fuera allí aquella empresa, cuyo triste final fuese unos terrenos arrasados por ambiciosos negocios inmobiliarios que concluyeron con mal resultado. Un difícil lugar donde construir por estar muy arriba las napas freáticas y donde no se respetó debía dejarse en pié el hermoso frente tipo colonial, que ya era considerado histórico por los habitantes del lugar. Habiendo quedado hoy allí solo presente la nada.--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

(1) Nota: Tenemos registrado coincidente con la época y espacio geográfico, el paso de este mismo tornado por el porteño barrio de Villa Luro, donde también causó serios destrozos.

ER


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